
Calles que susurran historias, playas que invitan a soñar y mesas que celebran la vida
Alicante huele a brisa salada, a pan recién horneado, a mercado fresco, a tardes sin reloj, Desde lo alto del Castillo de Santa Bárbara, la ciudad se extiende como un cuadro lleno de color y luz. Bajo sus pies, el Paseo de la Explanada serpentea junto al mar con su mosaico icónico de olas, flanqueado por palmeras y el murmullo constante del Mediterráneo.
Sus playas, como la del Postiguet o la de San Juan, son escenarios ideales para quienes buscan descanso, pero también sabor. La cocina alicantina, rica en arroces marineros, salazones y vinos con carácter, es una celebración del mar llevada a la mesa.



















