
Una obra maestra abierta al cielo.
En ningún otro lugar las avenidas, las plazas y los patios interiores dialogan tan bien con el mar y la montaña. Y en ningún otro lugar el arte ha salido de los museos para convertirse en piel de ciudad. Desde las curvas imposibles de Gaudí hasta los trazos medievales del Barrio Gótico, cada rincón tiene algo que contar. Aquí, el arte no está encerrado en museos: camina por las calles, sube a las azoteas, canta con los mercados, juega con las luces del atardecer.
La Sagrada Familia se eleva como un símbolo de fe, paciencia y genialidad, un templo sin igual en el mundo. A su alrededor, joyas como la Casa Batlló, La Pedrera o el Palau de la Música Catalana muestran un lenguaje arquitectónico que es puro arte vivo.

























